El objetivo principal de la Maderoterapia es reducir centímetros y quemar grasa, mientras que la Metalterapia aporta firmeza a la piel. Es decir, la maderoterapia va dirigido a pacientes que quieran reducir centímetros y no cuenten con una flacidez severa en su cuerpo. Mientras que la Metalterapia, va dirigido a clientes que quieran reafirmar el cuerpo y trabajar la flacidez.

Aunque es una terapia eficaz, se debe conocer cuando no se puede realizar, para no perjudicar o empeorar su situación. Está contraindicada para: Pacientes alérgicos al metal a tratar Pacientes con inflamación o infección en la zona Pacientes con traumatismos graves como esguinces, contusiones o derrames articulares. Pacientes con cáncer Tampoco se puede realizar: Si hay alguna herida abierta en la zona Si se sufre de flebitis o fragilidad vascular Si estas embarazada Si tienes alguna hernia cerca de la zona a trata

Se puede combinar con maderoterapia, drenaje linfático, radiofrecuencia y presoterapia para potenciar resultados. El frío del metal es ideal después de la maderoterapia para reafirmar y desinflamar.

Desde la primera sesión se nota piel más firme y drenaje de líquidos. Con un tratamiento regular, los resultados son más visibles a partir de la tercera o cuarta sesión.

Depende del país y la duración, pero una sesión puede costar entre 50 y 100 €. Se recomienda vender bonos de 5 o 10 sesiones combinadas con maderoterapia para fidelizar clientes y mejorar resultados.

Se recomienda geles fríos, cremas reafirmantes y drenantes. Hay evitar aceites lipolíticos, ya que pueden generar un efecto térmico no deseado con el metal.